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A DOS PASOS DEL PÓKER

Uno, dos y tres. Tres clásicos ganados al Real Madrid esta temporada y tres goles que le endosó el Barça a los blancos en la final de Copa. El primer paso hacia el triplete ya está caminado y el futuro con este equipo es más ilusionante que nunca. No le tienen miedo a nada ni nadie: la inexperiencia en este tipo de situaciones les está llevando a la cima futbolística. Contra todo y contra todos. Pedri abrió la lata con un soberano golazo y, a pesar de los tantos de Mbappé y Tchouaméni en el segundo tiempo, los catalanes fueron capaces de darle la vuelta al marcador con un gol de Ferran Torres, que forzó la prórroga, y fue Jules Koundé quien, con el alma, firmó el gol que desató la locura culé en la noche más mágica de los últimos años. Una vez más, el Barça respondió en el momento justo. No hubo épica vacía, hubo fútbol de verdad. De ese que emociona y silencia bocas. El Real Madrid trató de ganar el partido fuera de terreno de juego con una pataleta impropia de un club de su calibre, llegando a solicitar un cambio en el arbitraje. Como diría Pep Guardiola, “les regalo su Champions particular”. El Barça se limitó a hablar sobre el rectángulo de juego. Nada de artimañanas de equipo llorón y pequeño. Se demuestra sobre el verde. Con el balón en los pies. Y así lo hicieron. Una brillante primera parte en lo táctico y en lo emocional fue equilibrada por los blancos tras el descanso. Lejos de hundirse y tirar la toalla, los culés se levantaron. Hincar la rodilla no es una expresión que entre en el vocabulario de esta plantilla. En la madrugada del sábado al domingo se culminó la enésima remontada del Barça esta temporada, dándole de su propia medicina al Madrid. Donde más duele. HANSI FLICK Merece unas líneas aparte Hansi Flick en reconocimiento de su labor como técnico del FC Barcelona. En esta, su primera temporada, llegó en silencio entre el ruido del entorno blaugrana. ¿ Un entrenador alemán dirigiendo al Barça? Vaya que sí. Con unos dotes de liderazgo que ya plasmó durante su etapa en el Bayern Múnich, ha logrado repetirlo en el banquillo más exigente del mundo. Flick ha convertido una plantilla repleta de adolescentes en un equipo que no entiende de fracasos. Combinada con la dosis perfecta de veteranos para aportar el temple y la experiencia necesaria, este equipo va camino de hacer historia. Bueno, ya la está haciendo. Un proyecto deportivo que arrancó hace escasos meses y ya ha ganado la Supercopa de España, la Copa, es líder en solitario de la Liga y está en las semifinales de la Champions bien merece este reconocimiento. Más allá de los resultados, el Barça de Flick ha conseguido reenganchar a una afición que llevaba años adormecida. Si bien es cierto que no hay que menospreciar, ni muchísimo menos, el trabajo de Ernesto Valverde, Quique Setién, Ronald Koeman y Xavi Hernández; no se recuerda un equipo tan atractivo desde que Luis Enrique asumió las riendas del club en 2014. UNA FAMILIA BLAUGRANA Este Barça no solo gana: convence y emociona. Ha recuperado el espíritu competitivo de sus mejores épocas y lo ha mezclado con una humildad poco habitual en los grandes. No hay discursos grandilocuentes ni promesas vacías; hay trabajo, hay unión, hay una sensación de fami lia dentro del vestuario que se nota en cada celebración, en cada carrera para abrazar al compañero. Lo dijo Ter Stegen tras el pitido final -“este grupo tiene algo especial”- y Lamine Yamal fue más allá en sus declaraciones señalando directamente al Real Madrid: “No pueden con nosotros”. La sensatez y el orgullo de la madurez, combinado con el tono desenfadado del que será el futuro mejor futbolista del mundo. El equipo llega con la moral por las nubes al último y decisivo tramo de la temporada. Un apretón más y la extraordinaria temporada puede acabar siendo mayúsculamente histórica. Falta rematar la faena en la Liga, con un clásico pendiente por disputar en el Estadi Olímpic Lluís Companys de Montjuïc y superar al Inter de Milán para acceder a la final de la Champions diez años después. Abróchense los cinturones. Seguir leyendo